dissabte, 30 de juliol del 2011

Arbequines de l'amor


Ai, amor, si vols passar
per dessota l’oliver,
que la lluna juga a cuit
sobre l’herba del terrer!

Per dessota l’olivar,
amor, sí que hi passaré,
plenes d’olives i amor,
ai!, les butxaques del vent!

Fulles altes i petons,
pluja dins l’aire enramat,
arbequines de l’amor,
ai quin deix més amargant!

Ai quin deix més amargant
l’amor menut a la dent!
Les mans de seda del vent
em despullen l’olivar.


Arbequines de l'amor

Maria-Mercè Marçal


divendres, 29 de juliol del 2011

Desayuno con pan fresco

Tyson (2007): The Bakery
Al despertarme, poco antes del mediodía, hacía rato que Sibel se había levantado, lavado, maquillado e incluso me había preparado el desayuno en la cocina.
- Si quieres, ve a la tienda de enfrente y compra pan fresco -dijo con toda su sangre fría-. Pero si tienes frío o no te apetece salir, tuesto unas rebanadas de pan duro.
- No, voy -contesté.
[lolo] (2007): Breakfast in Istanbul
Desayunamos en el salón, convertido en campo de batalla después de la fiesta, en la mesa en la que mis padres llevaban treinta y seis años comiendo frente a frente. Aquí expongo, con una visión de documentalista y a modo de consuel, un pan exactamente igual al que compré en el colmado de enfrente. Pretendo recordar que durante medio siglo en Estambul millones de personas se han alimentado exclusivamente de este pan, aunque el gramaje haya variado un poco, y también subrayar que la vida es un eterno retorno pero que luego todo se olvida despiadadamente. (...)
Así, mientras desayunábamos pan recién hecho, queso blanco, aceitunas y mermelada de fresas, acordamos rápidamente que debía salir de aquella casa.

Orhan Pamuk (2009): El Museo de la Inocencia, Literatura Mondadori, 241-242.



"Hak divanida". Música sufí interpretada per Tümata.

Camino de las viñas

Joan Miró (1893-1983): El carril
- Hoy irás a la viña tú solito, Mingo -le dice la abuela al día siguiente-. Coge tus tebeos de indios, y hala. No tendrás miedo de ir solo ¿verdad?
- Claro que no. Ya no necesito escopeta.
- Muy bien, fuera escopetas. Y cuando vuelvas a Barcelona, te la llevas.
Se conoce palmo a palmo el antiguo camino de carro que va del pueblo a la viña, subiendo con meandros hasta más arriba del caserío llamado misteriosamente La Carroña, y le gusta sumergirse en el polvo blanco de esta vereda solitaria y aturdirse con el chirrido de las cigarras. Es un día de julio luminoso y con viento. El camino apenas alcanza los tres kilómetros, pero contiene una expansión del tiempo y de los sueños que cubrirá más de cuarenta años. Donde sea que vaya en el futuro, desde esa mañana en la que, solo, pero a trechos flanqueado por Mowgli y luego por Winnetou, emprende el camino llevando colgada del brazo la cesta de la comida para el abuelo, que le espera sulfatando la viña, dondequiera que el día de mañana la vida le lleve, sus pies estarán pisando este camino y volverán a levantar hasta su nariz un polvo con aromas de esparto y estiércol y uvas aplastadas, y algo de ese polvo germinal lo acompañará siempre. No hay ni puede haber ningún otro camino en el mundo como este, piensa todavía hoy, ninguno que haya emprendido tantas veces con la memoria.
Maria Rosa Ferré (20109): Castellví de la Marca
Masticando un almendruco o un tallo de hinojo, se para al borde de los campos a contemplar el majestuoso oleaje de los trigales bajo el sol, el sosegado vaivén de las espigas en un mar de oro que se prolonga de un bancal a otro hasta las zonas boscosas al pie de la lejana serranía de Castellví de la Marca, más allá de las tierras de barbecho, los extensos viñedos y las suaves lomas de almendros y algarrobos. A veces, al atardecer, de regreso al pueblo, una efusión rosada qe llega de poniente cabalga pausadamente sobre las ondas de los trigales en dirección a un sombrío horizonte. Bajo un cielo estriado de nubes, escucha el silbido del viento en los cables labrados, observa la simétrica languidez y continuidad de los surcos umbríos, el levísimo polvo rojo que flota inmóvil sobre los caballones, y entonces cree captar la fugacidad del tiempo y piensa en el misterio y la certeza de la muerte.
Cumplido el encargo y de vuelta al pueblo, en las cercanías del bosque de Sant Pau se reencuentra con Winnetou y Old Shatterhand y juntos deciden otra ruta en la pradera sin límites, barrida también por el viento, hasta llegar a casa donde la abuela, muy seria, le espera para comer en un santiamén y llevarlo a la escuela en busca del señor Benito, el maestro. Se acabó eso de andar por ahí todo el santo día sin hacer nada de provecho, dice la abuela, se acabaron las escapadas con la pandilla de tu amigo Ramón Bartra para ir a nadar desnudos en las albercas, robar melocotones y sandías y esconderse en los trigales con pinturas en la cara y plumas en la cabeza, se acabó.

Juan Marsé (2011): Caligrafía de los sueños, Editorial Lumen, Barcelona, 143-145.

El bar bodega Rosales

d.o.n.d.u. (2010): Ca'l Pep
El bar bodega Rosales es una de las tabernas más antiguas del barrio. Tiene un suelo maltrecho y desnivelado de baldosas negras y blancas y un viejo mostrador de obra revestido de cerámica, cuyos ángulos y borde superior imitan rugosos troncos de pino hechos con argamasa y pintados de color marrón, con nudos y vetas muy convincentes. El mostrador lo remodeló con sus manos el mismo tabernero, el señor Agustín, que había sido albañil con ideas y gusto para la decoración, y en su día la obra mereció encendidos elogios de la parroquia por su gran parecido con troncos de verdad, pero la señora Paquita detesta esos troncos porque la corteza leñosa, tan admirada, acumula polvo y mugre y está más que harta de frotarlos con lejía y un cepillo. A un lado del mostrador hay cinco grandes toneles de vino, tres abajo y dos encima, y algunas barricas de licores igualmente para la venta a granel, y al otro lado, tres mesas de mármol rectangulares con patas de hierro colado y arrimadas a la pared con azulejos a media altura, donde una ventana, provista de una vieja persiana descolorida, se abre a la calle Torrente de las Flores. Al fondo, el local se estrecha y se oscurece en torno a un futbolín bajo una lámpara de pantalla verde, ahora apagada, que hace dos años alumbraba una mesa de billar. El negocio se sustenta más en la venta a granel que en el servicio y consumo en mesas, y los parroquianos habituales que vienen a pasar el rato son contados, sobre todo los días de entre semana. Desde la calle, echando una ojeada al pasar, suele verse en la penumbra el encorvamiento predador de una silueta frente a la barra, la sombra inestable de algún bebedor solitario y paciente con su vaso de vino en la mano, pero, salvo los cuatro o cinco vecinos adictos al dominó y al subastado los sábados y domingos por la tarde, los mismos que en las noches de verano cogen su taburete y una cerveza fría y se sientan en la acera, o los jóvenes pandilleros que se juntan ruidosamente en torno al futbolín antes de acudir al baile de La Lealtad o al Verdi, la taberna es un oloroso nido de sombras y silencio.

Juan Marsé (2011): Caligrafía de los sueños, Lumen, 81-82.

dissabte, 23 de juliol del 2011

El pan nupcial

Cristiano Cani (2008): Torta degli sposi
(...) MIentras todos estaban ocupados vistiendo y peinando a la novia, entró en el dormitorio de su madre. Los postigos de las ventanas se hallaban entornados, pero incluso en la penumbra las telas blancas extendidas sobre la cama revelaban la forma de los cestillos donde habían puesto el pan cocido es misma mañana para que reposara. El armario de formica bicolor dominaba una pared entera y el espejo oval en la puerta del centro miraba toda la habitación como el ojo de un cíclope. Maria sabía que no disponía de mucho tiempo. Levantó las telas blancas una tras otra con cuidado, examinando el contenido de los cestos hasta que encontró el pan que buscaba, colocado con un mimo preventivo en un canasto aparte, junto al pie del espejo.
Perfectamente circular, con palomas y flores moldeadas en relieve, el pan nupcial de su hermana le pareció más delicado y bonit que cuando lo había visto sobre la pala del horno: una filigrana de harina y agua, fruto de un arte al alcance de pocas. Le habían prohibido estar presente mientras su madre y Bonacatta lo preparaban, y el simple act.o de mirarle en secreto constituía también una transgresión cuyas consecuencias le hacían hervir la sangre como una llamarada, avivada por el olor intenso y agradable que colmaba la estancia, como si fuera un vientre. Quería verlo, pero sin segundas intenciones, con el ansia con que algunos acuden a las exposiciones de cuadros famosos y compran la entrada para confirmar su derecho a no poseerlos. Pero resultó que, mientras estaba inclinada observando el pan, su mirada se desplazó hacia el espejo, donde además del pan se vio a sí misma.  
Desde el fondo de la casa llegaba, sofocado, el parloteo de las amigas de la novia que la ayudaban a vestirse, pero el denso olor del pan amortiguaba todos los ruidos y Maria ya no los oía. Cometiendo el pecado de imaginarse con los ojos del hombre de otra, se puso de pie y se observó sin entender nada. En el espejo era ella quien se casaba ese día, no Bonacatta, porque en aquel mundo misterioso hecho de reflejos la mirada del novio se había posado sobre su rostro como una mano sobre un fragante amaretto.
(...) volvió a inclinarse sobre el cesto que estaba a sus pies, atraída nuevamente por el pan de los novios y sabiendo que aquel aro de masa cocida, destinado al ofertorio y luego a la eternidad bajo un cristal, colgado de la pared tras haber sido pintado con barniz para protegerlo de la carcoma y el moho, era más importante aún que los anillos. Por eso lo levantó con muchísimo cuidado, con intención de ponérselo lentamente sobre la cabeza, donde encajó como hecho a su medida. Al mirarse entonces se vio por fin guapa, una reina de pan reverenciada por el olor a prohibido de aquella silenciosa coronación. Sonrió, pero de repente un rumor de pasos en el pasillo la hizo volverse alarmada. O quizá lo que la asustó fue el peso impropio de aquel pan vengativo, ornament de un día que no era el suyo.
(...) En el torpe intento de protegerse del peligro inminente, se inclinó hacia delante para coger las dos partes de la blusa abierta y la corona le resbaló de la cabeza. Sus dedos reaccionaron demasiado tarde para impedir el desastre: el pan de la buenas suerte cayó al suelo con un crujido de huesos rotos, destrozado. 
Filippo N. (2006): Poltadura 'e su stregiu 'e sa sposa
(...) Resultó que, con muy poco sentido de la superstición, pese a todo se celebró el matrimonio, y entre las lágrimas de desesperación de Bonacatta pegaron provisionalmente el pan con clara de huevo y lo metieron unos minutos en el horno templado, a fin de que se mantuviera unido el tiempo suficiente para lucier en el ofertorio de la misa.

Murgia, Michela (2011): La acabadora, Editorial Salamandra, 58-61.
Bloc personal de Michela Murgia
 
Cristiano Cani (2008): La benedizione degli sposi
Le madri degli sposi, con un rito propiziatorio per il matrimonio, facevano la benedizione con l'acqua e un piatto con grano, fiori, monete e dolci, che veniva rotto dopo il rito in segno di augurio e buona fortuna. Ancora oggi molte famiglie tramandano questa tradizione.
Mostra di pani e dolci tradizionali della Sardegna - Casa Angioni, Quartucciu (Cagliari).

Pregunteu-li a l'aulivera



Quants hiverns haurà viscut
quantes guerres ha perdut.
Quants hòmens l'hauran guardat.
Però el temps poc l'ha canviat
la vella i farga aulivera.

Pregunteu-li a l'aulivera...
Lo que en sap, dels vents de l'any.

Ha fet mostra en primavera
i tindrem collita enguany.

Ja no hi ha camí de terra,
ni aquella casa tan blanca,
ni el bancal de la figuera.
Només viu la fusta vella
de tants segles d'aulivera.

Què s'ha fet
de tanta terra
i tanta història.
Què ha passat
en tant de temps
i en tanta gent.

Pregunteu-li a l'aulivera...
Lo que en sap, dels vents de l'any.

QUICO EL CÈLIO, EL NOI I EL MUT DE FERRERIES, "Pregunteu-li a l'aulivera", del disc No es pot viure (2004)






dimecres, 20 de juliol del 2011

Brandade d'Ourade

¿Se queda a cenar? Tengo arreglo para hacerle una brandada de urade.—Adelante.
—¿Y eso qué es, Biscuter?
—Una receta que saqué de la Enciclopedia de que le hablé y da la casualidad que me queda una rodaja de dorada cocida del otro día; en un momento le hago la brandada: el pescado sin espinas, ajo, aceite templado, nata montada, sal, pimienta, una gota de Tabasco y batipimer. Cinco minutos.             
Biscuter era tan feliz que desde la cocina banalizó la infelicidad de Charo. […]

Castell Milmanda (Conca de Barberà)
Carvalho compartió la brandade d’Ourade con Biscuter, acompañada de una botella de Milmanda de Torres que puso los ojos en blanco del fetillo, pues conocía que la presencia de la botella implicaba voluntad de excepción y de fiesta. Pero Carvalho comió de prisa porque sentía necesidad de salir a la calle y ver o hablar con gentes que no le contaran sus agravios o sus desgracias o sus premoniciones de agravios y desgracias.
Vázquez Montalbán, Manuel. (1989). El delantero centro fue asesinado al atardecer. Barcelona: Ed. Planeta (p. 45)

dimarts, 19 de juliol del 2011

Al país de l'olivera


Al país de l'olivera
hi ha un riu de paper
unes galtes color terra
i un somriure d'argent.
Al país de les riberes
hi ha un canyar sota els estels
i un mural de fulles seques
a l'ombra d'un taronger.
Al país de l'olivera.

Al país que dorm a l'era
hi ha polsim de fruites velles
bicicletes entre sèquies
arracades de cireres.
Al país de les teulades
hi ha besos d'aigua llimó
arrapades a les cames
parotets a dins del cor.
Al país que dorm a l'era.

Al país de la infantesa
hi ha il·lusions a les palpentes.
Al país que jo ara enyore
hi guarde un tresor secret,
un lligam que mai no es trenca
un amor que mai no es perd.

Al país de cases blanques
hi ha pins banyats en sal
margallons entre baladres
peus descalços dins el mar.
Al país de les marines
hi ha un sol roig a les vesprades
catxirulos a les platges
i uns dits pentinant onades.
Al país de cases blanques.

Al país de les rialles
hi ha raïm a les porxades
ametles i olives negres
un arròs fet amb costelles.
Al país de les costeres
hi ha llaüts i guitarrons
i la veu de les rondalles
pessigant les emocions.
Al país de les rialles.

Al país de la infantesa
hi ha il·lusions a les palpentes
somnis dibuixats a l'aire
promeses a les orelles.
Al país que jo ara enyore
hi guarde un tresor secret
un lligam que mai no es trenca
un amor que mai no es perd
.



OBRINT PAS, del disc Coratge (2011)
Més informació del grup: www.obrintpas.com

dilluns, 18 de juliol del 2011

La vendimia de los Bastíu



Giorgio Cardellini (2009): Grapes
Si es verdad que la tierra habla de quien la posee, las colinas de los campos de Soreni eran un discurso complicado. Las parcelas pequeñas e irregulares contaban cosas acerca de familias con demasiados hijos y todos mal avenidos, fragmentadas por una miríada de muretes de basalto negro construidos en seco, cada uno con su rencor particular, que lo mantenía en pie.
El terreno de los Bastíu era apenas un poco mayor que los limítrofes, porque, por voluntad de dios, a lo largo de los años había habido más testamentos que herederos.
En la viña de la colina llamada Pran'e boe, eran las diez de una mañana templada de octubre cuando la mano de andría Bastíu se posó, deteniendo el movimiento de las tijeras de podar.
- ¡Cuidado! ¿No pongas la mano ahí!
- ¿Por qué? ¿Qué pasa?
- La tela del àrgia
- No me dan miedo las arañas.
- Porque no las conoces -respondió él, muy serio-. ¿Sabes que si te pica una tienen que cubrirte de estiércol y hacer que bailen a tu alrededor siete mujeres, primero viudas, después solberas y por último casadas, hasta descubrir de qué clase de araña se trataba?
- Pero ¿quién te cuenta esas bobadas, Andrí?
María cortó el gran racimo y lo colocó con cuidado en el cubo de plástico, riendo y negando con la cabeza cubierta con un pañuelo de flores amarillas, descoloridas por las vendimias precedentes.
La viña de los Bastíu estaba formada por dos mil vides de uva oscura con granos del tamaño de huevos de codorniz. Al aplastarlos rezumaban un jugo negro que parecía sangre de cerdo cocida y era igual de dulce. Los dos chiquillos se habían repartido el trabajo de acuerdo con sus respectivas fuerzas y cometían en velocidad con los adultos de la hilera paralela.
- Tú ríete, pero es verdad. A mi padre le pasó cuando era pequeño. Me explicó que tuvieron que hacerlo sudar durante dos horas debajo de un montón de mierda; si no, no lo habría contado.
- ¿Tu padre no es ese que murió dos veces en la guerra? Tú, en cambio, eres de los que si le mandan a comprar cien gramos de nada en polvo seguro que va.
Maia continuó cortando racimos y burlándose de Andría con sus danzantes ojos vivaces. El chiquillo se sonrojó al sol y dirigió la mirada hacia el cubo casi lleno. Aunque tenían la misma edad, con aquella sonrisa adulta en los labios rojos de uva, Maria siempre lo ganaba a la hora de encontrar las palabras idóneas para hacerlo sentir pequeño.
- Voy a vaciarlo al carro...
- Sí, llevalo, que yo mientras tanto voy a beber. ¡Y cuidado con el àrgia, que no estoy segura de encontrar a siete locas que bailen sobre caca de vaca para adelante!

Valewatta (2009): Vigna d'autunno

La vendimia empezaba y terminaba elmismo día, para lo cual hacían falta como mínimo seis personas que cortaran deprisal los racimos hasta desnudar las hileras de vides que seguían la línea de la colina. Los Bastíu salían de casa antes de que el sol se hubiera decidido a hacerlo, y las hijas de Anna Teresa Listru iban con ellos, porque después se repartían el vino. Cuando se lo vendía a los vecinos, la viuda Listru acostumbraba a decir que tenía que hacer con él el milagro de las bodas de Caná: "Jesucristo convertía el agua en vino, y yo convierto el vino en pan."
María se pasaba el verano esperando a que la llamaran para ayudar, porque le gustaba competir con Andría. Nunca se sabía a ciencia cierta cuándo empezaría la vendimia, pues era el viejo Chicchinu Bastíu, que estaba ciego, quien decía cuál era el momento preciso, es decir,  exactamente el día antes de que se percibiera en el aire el olor de l auva a punto para el mosto. Sus nietos le llevaban al campo a diario, y él, solemne, olfateaba con los ojos cerrados la suave brisa marina que acariciaba los viñedos. Como una comadrona experta, el viejo aseguraba que podía oír la voz del vino que nacía en la onda de aire que sacudía las hojas y penetraba en los recovecos de los prietos racimos. Maria nunca se cansaba de escuchar aquella leyenda.
- ¡Dicen que es capaz de adivinar siempre el día exacto! -le habia revelado a la tía Bonaria, tratando de asombrarla con aquel misterioso poder adivinatorio.
La anciana la había mirado con una media sonrisa, no especialmente impresionada.
- Claro, Chicchinu Bastíu y el mosto son uña y carne. Teniendo como tiene la nariz siempre metida en el vaso, ¿cómo quieres que no reconozca su olor?
Los ojos de la chiquilla se habían dilatado mientras la sospecha comprometá la certeza del prodigio.
- ¿Quieres decir que nos toma el pelo?
- ¿Queda uva en el campo al día siguiente?
- No, siempre la cogemos toda antes de que se ponga el sol.
- Entonces no le toma el pelo a nadie.
Y la tía Bonaria, sin preocuparse de disimular la risa, había vuelto a fijar los ojos en la costura. Como sabía que le gustaba, la vendimia con los Bastíu era una de las pocas ocasiones en que permitía a Maria faltar a clase.
Topyti (2008): ... finalmente il futuro vino
 Texto extraído de LA ACABADORA (2011), de MICHELA MURGIA. Editorial Salamandra, pàginas 36-39.
Más información en nuestros blogs: DE LA LITERATURA A LES CUINES DE LA MEDITERRÀNIA

diumenge, 17 de juliol del 2011

L'amor és pa amb formatge


Entesos, sense entendre'ns,
amb tot el món a mitges,
a mitges i a mig fer,
vàrem parar la pluja,
mos vàrem abraçar
i esgarrapàrem terra
pel blat a madurar,
els gossos se'ns acosten
i els gats passen a prop,
les veritats més meues
sempre les diràs tu,
no tinc cap altra terra
fora del tall de pa
i el cant imaginari
que l'unta ben untat
cantant sota la pluja
renecs de tant se val,
redéu i déu, tot compta!,
pasturen els cavalls
i a dalt a la finestra
la por s'ha fet vellut
que abriga i acompanya
plor, pluja i placidesa,
la nena hi té un secret
que li vull publicar:
d'acord, no ens entenem
ni ens sabem estimar,
la por, si l'aprofites
es torna cerimònia,
la carta que ara ve
ja la'n puc destapar,
l'amor és ritual,
el ritual és vida,
la vida anar tirant,
l'amor és pa amb formatge,
el pa amb formatge és vida,
la vida anar paint,
l'amor és déu en barca,
la vida és un naufragi
en un got de vi blanc,
l'amor és caure al toll
i trobar-hi l'amor.

(...)

Desfà els grumolls (1994). Enric Casasses

En Miquel Gil en va fer una magnífica versió al seu disc Orgànic (2001):



Més informació: www.miquelgil.com

divendres, 15 de juliol del 2011

Treballar de forner



Rajola dels oficis: forner.

Vam entrar els quatre a l’obrador, i el meu cosí em va començar a presentar el que aviat seria el meu nou espai de treball.
-Això –em va dir posant-me una mà al muscle-, vull dir aquest lloc on som ara, és l’obrador: en aquest sac hi ha la farina, això és el llevat, la sal, l’amassadora, que com veus ha començat a pencar abans que nosaltres, la balança, els draps, i el forn pròpiament és aquell cau que veus a la paret.
-Em prens el pèl, ¿oi?
L’avi i el tiet van riure per sota el nas i ens van deixar sols. Però el Met no em prenia el pèl. Un minut més tard ja m’havia fet treure la pasta a braçades, i al cap d’un moment ja em trobava al seu costat enfarinant-me les mans i fent boletes. La decisió que jo havia de treballar de forner, no me’n recordo gaire com es va prendre; em sembla que la meva mare va anar a parlar amb el seu germà, i al cap d’un moment ja estava decidit. [...] Després de formatejar totes les barres d’aquell dia i de deixar-les dins els calaixos perquè anessin fermentant, vaig mig ajudar el meu cosí a fer les coques i els brioixos. Ell em deia fes això, i jo ho feia. Em deia, per exemple, pica aquesta coca fins que tingui forma de coca i jo picava la coca fins que agafava forma de coca. O em deia escampa el sucre per aquí i jo escampava el sucre per allà. “Ara agafa aquesta llimona, la ratlles i l’escorres”. “Ara agafa l’escombra i escombra”, em va dir almenys dues vegades aquell primer matí. “L’obrador sempre ha d’estar net”. Després, amb el forn ja ben calent, el Met va anar introduint les barres i les coques en l’ordre que tocava i ens en vam anar al menjador a esmorzar una mica i a llegir El Mundo Deportivo.
-El pa vol el seu temps –em va dir el Met-. Per fer les coses malament no cal córrer.
Un moment després vam tornar a entrar a l’obrador, i després de donar-hi un cop d’ull em va dir que ja podia agafar la pala i treure les primeres barres.
-Encara no, que em fa por –vaig estar a punt de dir-li.
Però no era el moment per a covardies. Vaig agafar decidit la pala, i com li havia vist fer a ell una infinitat de vegades, vaig caçar dues barres de tres quarts que m’assenyalava del fons, les vaig treure i les vaig abocar al cove sense que em caiguessin a terra. Aquelles dues bares de tres quarts, cremant, oloroses, em van omplir el cos d’una alegria tal que no vaig poder evitar posar-hi els dits

Pep Puig. Les llàgrimes de la senyoreta Marta. Barcelona 2007. Editorial Empúries.

dimarts, 12 de juliol del 2011

Tardor a Calella

Esteve, Llorenç (2009). Capvespre a Calella
Tardor a Calella. Aquest any el pas de l’estiu a la tardor ha estat brusc i inesperat. Una nit de pluja i de vent ha canviat l’aspecte el color de la terra i del mar. Ha canviat també l’olor. La tardor és l’estació de les bones olors. En aquestes nits tan estrellades, lleugerament boiroses, una mica humides, els camps i els arbres fan olor d’ametlles tendres i de fulla de menta picant. Ara, a les tardes, dóna gust d’anar pels camps. Les vinyes es van daurant, les pinedes tenen una capa espessa de verd fosc, les oliveres es nimben d’una grisalla aèria i platejada. Els rostolls van prenent un color rogenc granulat. Tot el paisatge cabria entre una gerra de mel i una  ampolla de rom. (...)
A l’Empordà, la tardor no té pas l’aire bàquic i sensual que té en moltes altres comarques o en els centres de cultura. No es podria pas construir, contemplant aquest paisatge, una al·legoria autumnal a l’estil dels antics, amb garlandes opulentes, corns de l’abundància i una tèbia Venus de cap petit i anques monumentals passejant-se per un prat amb uns  arbres que esquincen un bocí de boira. La tardor, aquí, és una cosa serena, lineal, sense duresa, una mica lànguida, que us excita una malenconia diluïda i plàcida. Les coses arriben al seu màxim sentit humà a força de concentrar-se, de posar-se de gairell, de filtrar-se. (...)
Amb el bot, el drap hissat, navego per aquestes cales i poblets incrustats en la grandiositat geològica de la costa. A tot arreu tinc un amic que està sempre disposat a menjar un cent de cargols o un peix guisat o un conill de bosc, i amb aquests amics tan savis no hi ha manera de renyir. El vi de les vinyes que donen al mar és bo i té un aspret que cueja i us mossega la llengua. I de vegades, per començar, mengeu un rovelló o un pinetell a la brasa, i és com si us mengéssiu una orella de senyoreta impregnada de pinassa. (...)
Començo de trobar gust en totes les coses. Veure com plou, encendre un foc a sobre un marge, seguir els moviments d’una barca, mastegar un bri de farigola, respirar l’aire ple de reïna de pi, cercar bolets, espàrrecs o cargols, són ocupacions que honoren una persona modesta i honrada. 
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Més sobre Josep Pla

dijous, 7 de juliol del 2011

El monstre de la ginebra

LauretART (2011)


Dedicat a la Bombay Sapphire: Keep up the good job!

Tenc tanta set dels teus colors, amiga,
com la rosa mística quan beu aigua
perquè brostin colors de flor antiga
només per ser-hi, per cantar la viva
set vegetal que la terra embriaga.

Anhel beure't amb gel i amb tònica
i que glacis la meva vida altiva
al glop primer de frescor vellutada.
Despertaré després, tot sol, a l'alba
i seré el pedaç brut, la flor marcida.

Marejat i perdut prendré la mida
al teu clar sagrament, bevent-ne una altra.

Josep Lluís Aguiló. Monstres (2005)



diumenge, 3 de juliol del 2011

Al mas, a dinar


Llensa, Emma (2008). Ramon
21 de novembre de 1918
Al mas, a dinar, tota la família. Matí ple de claror i de joia. Els camps, les pinedes, els boscos, tenen un relleu i una presència que gairebé mareja. Les vinyes presenten, encara, una galta daurada, morena. El paisatge dels voltants de Palafrugell conté moltes casetes i barraquetes. És un paisatge moblat, ple de vida. De vegades enyoro la vida lliure d’aquests homes que viuen en aquestes barraques blanques, posades entre la vinya i la pineda. Però, pobre de mi, que no sé ni encendre foc, què hi faria? Pura vanitat! (...)
Mentrestant la meva mare, sempre afectada pel temps que fa, assenyala vent del sud. Està impossible de nerviositat, neguit i enervament. L’arròs amb colomí –que és excel·lent–, l’escarola fresca, el vi lleuger, no la calmen pas. L’aire lliure li és fatal. Hem de tornar. (...)
Al vespre, arriba la notícia de la mort de l’amic Gervasi. Morí a la vinya i el trobaren llarg i enravenat sota els pàmpols. Quan fou mort, l’enterraren. (...)
Els esdeveniments més importants dels últims temps de la vida de Gervasi no tenen res de particular. El primer gos que tingué, feta la casa i plantada la vinya, es morí de vell, sense novetat. Les últimes anyades foren bones. El vi s’havia apujat. Feia un vi tan bo que a Palafrugell, quan la gent volia donar a entendre la seva qualitat, picava l’ullet. Posseí a més el «Secretari». Un dia, cap al tard, es passejava per la tira de ceps i treia una herba a l’atzar. De sobte sentí fressa entre els pàmpols i veié la cara d’un gos bordai. Era un gos com n’hi ha mils en el nostre país, pigallat, sense una forma definida, escuat, sec com un clau. (...)
Mentrestant se li despertà una follia quieta i profunda per la bona vianda, l’obsessió culinària. No li feia res de fer tres quarts de camí per tenir un peix fresc a la taula. Cuinant, no li venia pas del temps que hi passava. També feia durar tres quarts una picada. Li sortia una cosa finíssima, brodada. Arribà a fer sofregits amb una ondulació de matisos cal·ligràfica. Davant dels fogons la boca se li fonia. Al rebost, davant d’un pot d’anxoves o d’una olla de bitxos confits, la imaginació se li desplaçava a regions melòdiques i vagues. Els cargols foren, però, la seva especialitat. A les nits plujoses sortia amb el fanal i, si en veia un, s’hi acostava de puntetes per poder-lo collir per la banya. El cargol, del dia que el collia fins al dia que se’l menjava, li proporcionava un pretext llarg de sensacions palatals. Aquest marge era agradable. Tenia el do d’endevinar el punt dolç de dejuni d’un cargol a part de les vinagretes que feia, tan treballades. El vi de la vinya era, per altra part, bo i abundant. Molts dies, a l’hora de tocar el corn, li venien ganes de posar-se la gorra de cantó, agafar-se el ventre amb totes dues mans i alçar una mica la cama… Es tornà búdic, faceciós, descomunal i lleuger com una palla.

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Amor que mou el cel i les estrelles

Pixelito (2008). Si bebes, no conduzcas
Baixà a la cafeteria a fer-se el te quotidià de les sis, amb un pa­quet de sis galetes integrals maria, els tes de bosseta mai no donen ni el color fosc ni el sabor consistent que a ell li agraden però cal resignar-se, i era inútil també demanar que li posaren poca aigua en la tetera, sempre li la posen plena i més tèbia que calenta, i el líquid que en resulta és a penes poc menys que repugnant. Quan considerava amb disgust si beure o no beure l’últim glop d’aquell líquid ja fred en la tassa, se li acostà el xicot que s’havia presentat pocs dies abans quan almorzaven al bar Casa Nelo, Pere Sorell, portava una safata de plàstic amb un botellí de tònica Schweppes i un got amb ginebra, una llesca de llima i glaçons, i sense saludar ni demanar permís va seure al seu costat; digué bona vesprada quan era ja assegut, alçà el got amb el gest de qui brinda pel com­pany de taula, el mirà als ulls, digué a la seua salut, i va beure d’un glop més de la meitat de la ginebra.
«Ja sé que pensa que un malalat com jo no hauria de beure alcohol, se li nota en la cara», va dir, i es va eixugar els llavis amb la mà. «Jo també ho sé. I sé que vosté acompanya un germà ope­rat de càncer, que als pocs dies de llevar-li un pulmó ja l’han sor­prés amb un cigarret en la mà. Conec alguna infermera, em con­ten coses.»

Mira, Joan F. (2003). Purgatori. Capítol 4 [Dijous Sant, l'Amor Fratern, la Caritat, "amor que mou el cel i les estrelles], Editorial Proa. Barcelona. pàg. 87-100.

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