dissabte, 9 d’abril del 2011

La recogida de la oliva en la finca de los Labordeta

Después de los días de Navidad y tras la festividad de Reyes, volví a mi profesión de dar clases, en este caso de francés a los bachilleres del colegio militar. Mi hermano me insistió para que fuese preparando oposiciones, y para meditar la opción y recuperar la serenidad mi madre me envió a que vigilase cómo iba aquel año la recogida de la oliva en Belchite, en la finca familiar que mi padre había comprado antes de morir. Tomé el autobús de línea, me hospedé en la fonda Jesús Obrero y comencé junto a un gran amigo, Manolo el Carbonero, a seguir a última hora de la tarde, y cantando jotas de recogida, al carro que desde el olivar traía a la fábrica de Manolo los sacos con la carga. Mientras descargaban los sacos, untábamos unas buenas rodajas de pan en el aceite que se escurría de la prensa y, pasándolas por el fuego de los enormes bidones que servían para calentar la nave, nos comíamos aquel pan que sabía a gloria, junto con unos vasos de vino tinto, siempre acompañados por el humor sacrificado de Mediometro, el empleado que en 1936 se metió en la chimenea del horno de la jabonería para poder escapar de aquellos que entraron en la fábrica con las pistolas.


LABORDETA, José Antonio (2010): Regular, gracias a Dios, Barcelona, Círculo de lectores.

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