diumenge, 9 de gener del 2011

Baco y Ariadna

Tiziano: Baco y Ariadna (1520-1523): National Gallery, Londres
Entonces ella, mirando lastimeramente al barco que se alejaba
herida, dio vueltas a complicadas cuitas en su mente.
Luego de alguna parte descendía Baco en la flor de la vida
con su secta de sátiros, con su Sileno nacido en la montaña,
buscándote, Ariadna, ardiendo de amor por ti.
Luego también llegaron frenéticas... las bacantes.
Algunas blandían lanzas de hiedra con hojas en la punta.
Algunas arrojaban pedazos de buey descuartizado.
Algunas se adornaban con serpientes enroscadas.
Algunas con hondos cestos
estaban celebrando misteriosos ritos,
(...)
Otras tocaban tambores, las palmas muy alzadas
o agitaban agudas campanillas con címbalos de latón bruñido...
Catulo: Las bodas de Tetis y Peleo, 64, 249-264. Traducción de T. Banks.

Sobre BACO Y ARIADNA, de TIZIANO
La historia
Ariadna, hija del rey de Creta, abandonó su hogar para seguir al ateniense Teseo, del cual se había enamorado. Aunque le ayudó a escapar del laberinto del feroz Minotauro en Creta, Teseo la abandonó cruelmente en la isla de Naxos; por suerte, en la vida de Ariadna entró un nuevo enamorado bajo la forma del dios Baco.
Los personajes
Ariadna extiende su mano hacia el barco ahora apenas visible, de su amado Teseo, que la abandonó mientras ella dormía. Parece a punto de irse, al tiempo que mira con sorpresa a los ojos de Baco, al que ve por primera vez.
El enamoradísimo Baco, dios del vino y la embriaguez, salta del carro que le ha traído a Nasos en una pose congelada, inolvidable. Llega en compañía de desenfrenados sátiros y ménades, que portan los atributos simbólicos de su culto. El poeta romano Cátulo describió la escena tal como Tiziano la pintó aquí.
El sátiro va adornado con parras, como su bastón. Agita una pata de toro y la bacante agita una pandereta. Los dos se miran, al igual que Ariadna y Baco. El forzudo bronceado que camina delante de ellos y parece estar luchando con una serpiente es uno de los que “se adornaban con serpientes enroscadas”.
El grotescamente gordo Sileno, padre adoptivo de Baco y jefe de los sátiros, duerme la resaca, montado todavía en su asno. Sus compañeros tienen que sostenerle para evitar que se caiga.

Información extraída de CÓMO LEER LA PINTURA. ENTENDER Y DISFRUTAR LOS GRANDES MAESTROS, DE DUCCIO A GOYA, Patrick de Ryndk, Editorial Electa, Barcelona, 2005, 176-177.

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